Ayer se comentaba en este Blog - con rabia contenida- como se demoran los proyectos y promesas de la Administración en todo l0 referente a la política social de atención a los mayores.
A este respecto, se lamenta en la ciudad de Zaragoza la asociación vecinal Puente de Santiago - Actur (en su último boletín informativo), que van pasando los años y el prometido Centro de Día y residencia de ancianos, demandado por la ciudadanía de ese barrio zaragozano de más de 100.000 habitantes, sigue siendo una promesa sin cumplir. Lo mismo les ocurre a estos esforzados miembros de la referida asociación, que contemplan perplejos como el "expo-vaciado de las arcas municipales tiene en el sin - inaugurar el edificio del Centro de Mayores, terminado y parado desde la primavera pasada por falta de dineros para equipamiento y personal". Y se preguntan desconfiados para cuando se va a abrir el referido centro de convivencia para mayores, a fin de evitar que los ancianos vayan deambulando por las grandes áreas comerciales que se ubican en ese sector de la ciudad, para poder pasear en estos días de frío invernal que nos acompaña. Y se preguntan en su modesto medio informativo...
¿Para cuando los pisos tutelados para mayores?...
¿En que fecha se iniciaran las obras del Centro de especialidades médicas?...
¿Cuando comenzarán las obras de remodelación del Centro de Salud Actur Norte, que debería estar funcionando -según prometieron en el Gobierno de Aragón- desde Mayo del pasado año?
Y así, al igual que lo hacen estos vecinos zaragozanos, un sin fin de voces se alzan por doquier, en cada barrio, en cada ciudad...reivindicando que se cumplan promesas. Ese es el triste panorama con el que la población en general y los más mayores y desvalidos se encuentran, sin saber a que atenerse.
Todo ello es tan triste y tan real como los apuros en que sobreviven los ancianos.
Solo un consuelo da ánimos a cuantos se esfuerzan en seguir instando a quienes corresponda para que se cumpla lo prometido; la fuerza de la unidad de acción que aún permite resistir ante los oídos sordos o la impotencia que muestran los poderes públicos para intentar que sea una realidad todo cuanto es vital para la adecuada atención a las personas mayores.
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