lunes, 19 de julio de 2010

El necesario control médico a los ancianos

Afortunadamente vivimos en un país, en el cual el control médico a las personas de avanzada edad es muy notable. Quizá sea esta la clave de que hoy por hoy somos el segundo país del mundo -tras el Japón- con mayor número de ancianos. Eso es bueno y debemos congratularnos por ello.

Los médicos y el personal sanitario en general nos dan un trato exquisito y en ocasiones con más paciencia que Jop para soportar nuestros reiterados lamentos en los que pretendemos exponer los achaque propios de la edad.

Si ese constante control que recibimos de los profesionales sanitarios, imagenense lo que supone tener una hija médica, como es mi caso. El seguimiento es constante, dado el cariño filial y sus desvelos por tener a sus padre como un pincel. El marcaje perfecto a que nos somete a todas horas alcanza lo puramente médico. El reclamarnos que prestemos la máxima atención a los peligros de los golpes de calor y el aprender a evitarlos es una constante en estos días del cálido verano que sufrimos. Las revisiones para detectar cualquier anomalía en evitación de males mayores son aspectos de reiterada recomendación. Del colesterol, la hipertensión, el rutinario tratamiento con el Sintrón, la exigencia de llevar a cabo el paseo diario, y la recomendación de tomar mucha fruta y poca grasa, es la canción de todos los días.

Cuando me detengo a reflexionar sobre la "matraca" que he de soportar -sin decir ni pío por mi parte- sobre las diversas recomendaciones referentes a lo que hay que hacer y lo que no debo hacer, llego a la conclusión de que merece la pena tomar buena nota y cumplirlo todo a rajatabla, ya que a fin de cuentas todo ello es beneficioso para mi salud. Esto mismo (aunque sin tanta insistencia) es lo que los millones de ancianos de todo el país reciben de sus médicos y especialistas. Nada mejor que seguir sus consejos al pie de la letra. Con ello, solo cabe esperar un factor positivo: Larga vida y una vejez resistente a prueba de bomba. Así sea.

miércoles, 14 de julio de 2010

Locos por un balón

Parece mentira, pero asi es. La movida llevada a cabo en las últimas semanas se debe a todo cuanto se mueve al rededor de ese dichoso balón en tecnicolor, que hace que el fútbol se convierta en el "Deporte Rey".

Desde los más pequeños a los más ancianos de todo el mundo mundial hemos estado como enloquecidos por el resultado final del Campeonato que ha reunido a los mejores equipos y claro, como encima han ganado los nuestros, la euforia se ha desbordado hasta límites insospechados.

Durante este evento deportivo, la gente se ha olvidado de crisis, de paro y de cienmil puñeterias de esta perra vida. Y los ancianos, ni te cuento. Todos los viejos del lugar hemos echado el cerrojo del olvido a esa vida reglada y metódica que se suele llevar cuando se llega al humbral de la ancinidad. Con el atracón de emociones fútboleras, parece ser se nos han evaporado todos los males y eso que hemos dado esquinazo a los cuidados con el colecterol, a la hipertensión (buenos estabamos como para que se nos tomase la tensión tras uno de los emocionantes partidos de la "Roja". No nos ha costado nada el memorizar todas las diabluras de los Iniesta, Villa, Casillas, Puyol y esa cuadrilla de jugadores que magistralemente dirige Vicente del Bosque. No nos hemos acordado del tabaco puesto que ya lo teniamos en el olvido, pero sin embargo nos ha importado un rabano tomar una copita de más o varias cervezas bien fresquitas. Hemos dormido placidamente soñando con más triunfos, y no dando mil vueltas en la cama como es habitual.

En una palabra, hemos formado parte de esa locura colectiva que nos ha llevado a lo más alto del podium de los triunfadores, como si nosotros mismos hubieramos metido los goles.

En definitiva nos hemos comportado como unos locos de atar. ¡Bendita locura!

Hacía más de sesenta años que esperabamos esta hombrada, pero nunca fue posible a pesar de contar con jugadores de categoría, como lo fueron los Zarrra, Ramallets, Puchades, Gento, Gainza, Basora, Cesar, Butragueño, Iribar,...y un largo etcetera, entre los que incluso estaban el excepcional Diestefano y el no menos famoso Kubala, que incluso se nacionalizaron para poder jugar con la Selección Española. A pesar de ello, no fue posible.

Ahora ¡al fin! lo hemos logrado y nos hemos sacado la espina que durante muchas décadas llevavamos ahí clavada. ¡Somo los mejores del mundo!. Y nosotros hemos tenido la suerte de haberlo vivido. Cuantos amigos y familiares -compañeros de fatigas fútboleras- se han quedado en el camino y no han tenido nuestra suerte.

Ahora que para suerte, la de los fútbolistas de nuestra selección, que van a cobrar 600.000 euros cada uno por su hazaña. ¡Manda cojones!. Pero hasta eso se nos ha olvidado estos locos días. Y es que estamos para que nos encierren a todos los españoles en un macro manicomio por las chorradas que hemos protagonizado estas últimas semanas con el jodido balón.
¡Que le vamos a hacer!. El fútbol es el fútbol y lo demas a tomar...el viento ¿No?.