Ha transcurrido casi una década desde que el prestigioso economista Alan Williams (catedrático emérito de Economía de la Universidad de York en el Reino Unido) decía en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. "que era aconsejable una discriminación sanitaria de los ancianos, en beneficio de los jóvenes, como prioridad de la política sanitaria del sector público". Es más, añadía -argumentándolo- que "el derecho de vivir es de todos, pero no es lo mismo exigirlo desde los 40 años de edad que desde los 80". Sus declaraciones levantaron ampollas en nuestro país, especialmente cuando dijo aquello de que " En un accidente de tráfico, ¿a quién asistiría usted antes, al joven o al viejo ?". o cuando advertía que, "Si queremos hacer posible que todos los jóvenes puedan llegar a ser viejos, los ancianos nunca podrán ser prioritarios". Aquellas palabras, sorprendieron en el contexto español de finales del siglo XX.
Diez años después cabe preguntarnos en que medida se ha ido deteriorando - o no - nuestro sistema socio sanitario, dado el aumento imparable de la población en general y la de las personas mayores en particular. En este último caso, nos cabe la esperanza de que la Ley de Dependencia, que al parecer ha desbordado las previsiones, puede ser -si las cuentas acaban de cuadrar, cosa por lo visto dificil de conseguir- el camino para paliar el envejecimiento del envejecimiento, o lo que es lo mismo, el quebrar de una vez la triste realidad de que las personas mayores, se vean hoy obligadas a seguir cuidando físicamente de sus mayores.
Debemos ser conscientes de las dificultades a las que tenemos que enfrentarnos, sin perder de vista los pronósticos terribles del económista Alan Williams, y para reconfortarnos a nosotros mismos ante esas negativas prespectivas, nada mejor que traer a colación el pensamiento de Cicerón, tan enérgico como hermoso de que "La vejez es fuerte cuando ella misma se defiende y mantiene sus derechos"
Diez años después cabe preguntarnos en que medida se ha ido deteriorando - o no - nuestro sistema socio sanitario, dado el aumento imparable de la población en general y la de las personas mayores en particular. En este último caso, nos cabe la esperanza de que la Ley de Dependencia, que al parecer ha desbordado las previsiones, puede ser -si las cuentas acaban de cuadrar, cosa por lo visto dificil de conseguir- el camino para paliar el envejecimiento del envejecimiento, o lo que es lo mismo, el quebrar de una vez la triste realidad de que las personas mayores, se vean hoy obligadas a seguir cuidando físicamente de sus mayores.
Debemos ser conscientes de las dificultades a las que tenemos que enfrentarnos, sin perder de vista los pronósticos terribles del económista Alan Williams, y para reconfortarnos a nosotros mismos ante esas negativas prespectivas, nada mejor que traer a colación el pensamiento de Cicerón, tan enérgico como hermoso de que "La vejez es fuerte cuando ella misma se defiende y mantiene sus derechos"
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