El negocio del siglo XXI se basa en todo cuanto concierne al mundo de las personas mayores. Cada vez somos más los que resistimos el paso de los tiempos y mientras la población envejece va abriéndose una brecha, cada vez más amplia, en los servicios públicos de atención a los ancianos. Con ello, los gobiernos autonómicos se liberan de esa “patata caliente”, concertando estos servicios con entidades privadas (incluso las de carácter mercantil), abonando 1.450 euros al mes por cada beneficiario. Comienza pues el año 2010 con el anuncio del Gobierno de Aragón, en el que, ante la patética situación al no disponer más que de 4.500 plazas en residencias para ancianos, de las 17.500 existentes en Aragón, han encontrado la solución en privatizar todo cuanto sea necesario.
Quienes desde hace años hemos visto claro quienes sacarían un suculento beneficio económico, en la prolongada ancianidad, es lógico que pensemos – cuando el mal ya ha comenzado a extenderse – que el núcleo empresarial que irá a pasos agigantados apropiándose del dinero público para lograr sus fines, consideraran este primer “asalto” como algo muy positivo y desde luego rentable. No es para menos, ya que el erario público les efectuará una entrega –al concertar este “negocio” mercantil- superior a los 100 millones de euros.
Con esta decisión, que es similar a la de todas las autonomías, los responsables políticos de cada una de ellas es de suponer que den por concluida una de sus principales obligaciones de gobierno; la dotación de residencias públicas, lo cual más o menos es lo que venían haciendo y por ello se han visto obligados a dejar sus “posaderas” al descubierto, cuando desde el Estado se proclamó la imprevista Ley de Dependencia, que les ha pillado a todos con el paso cambiado. A todos no, por que las empresas mercantiles siguen –sin desviarse ni un ápice- su largo recorrido, y así vamos comprobando día a día como la enseñanza, la sanidad, las pensiones y la política social dedicada a los ancianos, va quedando en sus manos privatizadoras.
Ya se sabe que a río revuelto, ganancia de pescadores, y en base a ello los “del libre mercado” están dando palmas con las orejas por lo bien que les salen las cuentas y mientras su negocio va viento en popa y a toda vela, los gobiernos autónomos, que les dan toda clase de facilidades, logrando entre todos ellos alejar cada vez más a este país del “Estado social y de derecho” del que nos dotamos en su día, de forma angelical, en aquella Constitución que clama por ser renovada en muchos de sus capítulos, entre ellos los que afectan a los Mayores que necesitan con urgencia que alguien corte de tajo (y nadie mejor para hacerlo que el voto del pueblo en esa necesaria modificación constitucional), para dar un frenazo en seco en ese desmembramiento que se está llevando a cabo en ese estado del bienestar, que de hecho va dejándose retajos en el camino, perjudicando a los más para – como siempre- beneficiar a unos pocos.
¡Mañana puede ser tarde! y si bien alguien de más allá de nuestras fronteras, concretamente el director Norteamérica de cine Michael Moore dice que se siente orgulloso de su lucha a favor de una sanidad en EEUU como la de España, quizá no tarde demasiado en ser testigo de cómo éste y otros servicios públicos han ido desintegrándose en favor de quienes buscan con ahínco la privatización de los mismos.
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