Lo siento por nuestros jóvenes, pero como no se espabilen y comience a cundir el ejemplo de que los "viejos" somos capaces (por sabiduría y experiencia) de competir con ellos en puestos de responsabilidad y en trabajos de lo más normalito, me temo se lleven una desagradable sorpresa al contemplar como se nos abren las puertas a los que ya peinamos canas, mientras se las cierran a los que, por su insultante juventud y preparación se consideran el ombligo del mundo.
De hecho no hay enemigo peor que la euforia desmedida y la excesiva confianza en la capacidad intelectual para estrellarse contra la primera contrariedad que uno se encuentra en la vida. Conviene recordar que Roma entró en su declive cuando el poder cayó en manos de los jóvenes senadores, que fueron arrebatándoselo progresivamente a los ancianos que habían gobernado muy bien a lo largo de muchos años haciéndolo con inteligencia y grandes dosis de experiencia y sentido común.
En este país llamado España, se vislumbran síntomas de que la cosa esta ocurriendo al contrario. Los "viejos" parecen decididos a volver a su prestigioso pasado y ahí están. El último caso lo tenemos en un anciano octogenario (Alberto Oliart) que fue ministro de industria y energía en el primer gobierno de Adolfo Suarez, hasta que éste le propuso en 1980 como ministro de Sanidad y seguridad social y por último, tras el golpe de estado de 1981, pasó a ser el primer civil que ocupaba el cargo de ministro de la defensa.
Este hombre, con una valía fuera de lo común. ha sido nombrado recientemente por el gobierno socialista de Rodriguez Zapatero responsable máximo de radio televisión española. Este hombre, de derechas de toda la vida y que declara que de televisión no entiende nada de nada, es el último "viejo" que regresa a los despachos del poder, sin duda para desesperación de quienes permanecían a la espera, cargados con un bagaje de conocimientos en la materia, para desempeñar la responsabilidad y el poder que han visto como pasaba frente a sus propias narices para otorgarselo al abuelete Oliart, (81 años) que no tiene ni puñetera idea de esa arma manipuladora que es la televisión pública.
Aquí solo caben dos supuestos para comprender lo ocurrido:
Uno.- Que no es ningún camelo eso de que"los viejos retoman el poder"
Dos.- Que a Zapatero se le ha ido la hoya y nos hace comulgar con ruedas de molino al sacarse de la manga a este "viejo" de la derecha de toda la vida para obsequiarnoslo -incluso con lazo y envoltura - con motivo de las próximas fiestas navideñas y de año nuevo.
Una cosa es cierta; los viejos existimos y a pesar de los achaque propios de la edad. ahí seguimos dispuestos a convertirnos en la savia joven que renueve este país. Ja...ja...ja... (Soñar no cuesta nada).
miércoles, 18 de noviembre de 2009
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