Ineludiblemente, cada verano comparto mi tiempo de ocio junto a mi inseparable amigo el perrillo "Luky". Mi nieto me presta a este fiel animalillo mientras él con sus padres se ausenta a recorrer esos mundos de Dios en medio del fragor turístico que invade a muchos miles de españoles para conocer otras tierras más allá de nuestras fronteras.
En verdad que este "Luky" de prestado se hace de querer. Ante su tranquila actitud cada vez entiendo mejor aquello que se ha dicho siempre de que el "perro es el mejor amigo del hombre". Su mansedumbre hogareña es algo inaudito. Es incapaz de dar el coñazo para que se le saque a la calle. Cómodamente tumbado donde le place -ante el rigor del caluroso estío de cada año- espera pacientemente a que se le diga "Vámonos Luky". Da la sensación de que su alegría es enorme al oír la contraseña y es entonces cuando moviendo el rabo con una gracia por arrobas permanece junto a la puerta a que ésta se habra para salir de estampida. No he tenido perro alguno en mi vida, ni entiendo de razas caninas. Lo único que sé a ciencia cierta es que el perrillo prestado por mi nieto es un compendio de humildad y sin el menor asomo de altanería. Sin temor a equivocarme puedo garantizar que este perro es de buena raza. Es decir que es buena gente.
Cuando sale a la calle, busca rápidamente el césped que se encuentra en mejores condiciones para meter en lo más profundo del mismo su pequeño hocico, en busca, vaya usted a saber, que remedios estomacales para autoprotegerse de las dolencias, sobre todo cuando se trata de un chucho que ya va cargado de años. El "jodido" perrillo resulta gracioso incluso hasta cuando suelta sus reiterativas meadas al pie del árbol que se le antoja.
Hace años, cuando mis paseos con "Luky" eran más una obligación que una devoción, he de confesar que me traía al pairo su forma de ser, pero con el tiempo la cosa ha cambiado y reconozco que espero cada verano su puntual llegada a su hogar prestado. En verdad que este perrito, al que solo le falta hablar para alcanzar su perfección, me ha ido ganando año a año y de hecho se ha convertido en el "nieto adoptivo" de los veranos.
Uno, que es optimista por naturaleza, espera seguir dando paseos matutinos, vespertinos y nocturnos de hombre con perro, donde cada vez esta menos claro quien saca a pasear a quien. Yo doy por hecho que el ejercicio de piernas que ambos hacemos cada día es beneficioso para ambos, pues ya se sabe que las piernas en movimiento hacen mover acompasadamente al corazón, y eso queridos amigos es muy saludable, tanto para Luky" como para mi mismo.
Con este ejercicio a dos, confío que ambos seguiremos dando paseos y más paseos con un desafío mutuo de una pareja de "ancianos" para ver quien aguanta más.
Por lo pronto, a medida que pasa el tiempo parece que estamos más unidos y por lo tanto solo resta, al concluir este periodo estival, despedir al bondadoso "Luky" con un anhelado reencuentro en el verano del 2011 diciéndole con afecto ¡Hasta entonces, fiel amigo!
¡Hasta siempre compañero!
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