Vaya por delante que soy un admirador de la periodista Mª Antonia Iglesias, a la que conocí en los tiempos en que ejercía como Jefa de Informativos de TVE en aquella época del Gobierno de Felipe González, en la que Pilar Miro era la Directora General de televisión y de cuyo cargo tuvo que dimitir por un lío de prendas de vestir que ella usaba pero que no costeaba con su propio dinero.
Eran otros tiempos. Era otra forma de hacer televisión. No se si mejor o peor, pero si diferente. Al menos en los debates políticos, nada de lo de hoy se puede comparar con “La Clave” de José Luís Balbín. Aquello si que era un programa excepcional, tanto en las formas como en el fondo de los importantes temas que se trataban. Más de treinta años han transcurrido y los viejos aún lo recordamos con añoranza, y por supuesto como lo mejor de aquella televisión en blanco y negro.
Si algo la distingue a Maria Antonia es su habilidad para el debate, argumentando con razonamientos sus puntos de vista. No es menos verdad que lo hace de una manera vehemente, lo cual en ocasiones le crea conflictos innecesarios. Ahora, eso sí, le canta las verdades del barquero a quien se haga acreedor a ello.
Por una anticipada buena información que recibí, tenía conocimiento que en el programa “La Noria” de tele 5 a celebrar el sábado último, estaba previsto sacar a relucir unos dardos envenenados que solapadamente enviaba el director de “El Mundo” a María Antonia Iglesias, sin citarla, acusándola desde su periódico – entre otras cosas- de “gandula” y de ser el eslabón perdido del “felipismo”.
Cuando la aguerrida mujer escucho esa sarta de lindezas dirigidas a ella sin nombrarla, se inició una escandalera de tal envergadura, que yo, con mis más de cincuenta años viendo televisión, jamás oí una respuesta tan enfurecida.
La periodista, intentaba que sus argumentos no fueran difuminados por la reacción sostenida de sus adversarios en la agitada tertulia, y en cuanto pudo imponer su voz, soltó la siguiente andanada; “ Si Pedro J. considera que yo soy ese eslabón, le contesto que a mucha honra, por que yo tengo un sentido de un proyecto político y de una manera de vivir y él no sabe que es lealtad. Si él piensa que yo soy una gandula, no me doy por aludida, puesto que no me cita personalmente, ya que como siempre hace Pedro J. tira la piedra y esconde la mano”
Ante el revuelo que se armó entre sus oponentes y los aplausos tremendos que acogieron las palabras de esta singular mujer, ella se fue creciendo en su monologo diciendo con voz clara y fuerte “Lo que hace Pedro J. es un ejercicio de impudicia. Si a mí me quiere insultar que lo haga cara a cara. Lo que ocurre es que no tiene huevos para hacerlo”.
Los “defensores del director de “El Mundo” alzaron sus protestas a coro, pero ella fuerte como un roble sostenía enérgicamente lo que acababa de decir y lo matizaba de la siguiente manera. “ Pedro J. es un cobarde y –repitió- no tiene huevos para insultarme estando frente a mí, cosa que ya ha demostrado cuando hemos estado en una tertulia, porque se calla, y no tiene huevos para contestar cuando se le ataca. Cuando digo que no tiene huevos no hago más que hacer una descripción de un argumento muy español para demostrar la cobardía”. El plató se vino a bajo por las aclamaciones unánimes del público asistente a la tertulia.
Yo estaba perplejo de lo que estaba viendo. Nunca pude contemplar en un programa televisivo un escándalo de tamaña naturaleza.
Todos los que ya somos veteranos desde aquellos tiempos a mediados del siglo pasado en que se inició la TV en nuestro país, hemos visto de todo. Pero lo del sábado ha batido el record. Nunca pensé que una periodista tan acreditada como María Antonia Iglesias, acusara repetidamente al director de un diario tan importante como “El Mundo” de ser un cobarde y de no tener huevos para dar la cara.
¡Que barbaridad!
Posiblemente tiene toda la razón de su parte, pero lo que montó el sábado María Antonia Iglesias fue tremendo. Poca gente, quizá nadie, se atreva a decirle ni más claro ni por supuesto más alto a Pedro J. Ramírez, el todopoderoso de importantes medios de comunicación de este país, que carece de la hombría necesaria para hacer frente cara a cara cuando se le dicen las “verdades del barquero” como lo ha hecho- una vez más- esa pequeña pero gran mujer que es todo coraje e inteligencia para apear – si es necesario- de su peana a quien haga falta. Yo no se si Pedro J. tiene o no tiene reaños para dar la cara, pero lo que si se, por que la conozco bien, es que María Antonia Iglesias pone los ovarios encima de la mesa cuando hace falta hacerlo, le pese a quien le pese.
¡Que mujer! ¡Que torbellino!. De cualquier manera prefiero al Balbín y sus serios contertulios de “La Clave” que intervenían al más alto nivel intelectual y respeto absoluto lo cual era la seña de identidad de todos ellos. ¡Aquello si que eran debates! Ya lo creo que sí.
Eran otros tiempos. Era otra forma de hacer televisión. No se si mejor o peor, pero si diferente. Al menos en los debates políticos, nada de lo de hoy se puede comparar con “La Clave” de José Luís Balbín. Aquello si que era un programa excepcional, tanto en las formas como en el fondo de los importantes temas que se trataban. Más de treinta años han transcurrido y los viejos aún lo recordamos con añoranza, y por supuesto como lo mejor de aquella televisión en blanco y negro.
Si algo la distingue a Maria Antonia es su habilidad para el debate, argumentando con razonamientos sus puntos de vista. No es menos verdad que lo hace de una manera vehemente, lo cual en ocasiones le crea conflictos innecesarios. Ahora, eso sí, le canta las verdades del barquero a quien se haga acreedor a ello.
Por una anticipada buena información que recibí, tenía conocimiento que en el programa “La Noria” de tele 5 a celebrar el sábado último, estaba previsto sacar a relucir unos dardos envenenados que solapadamente enviaba el director de “El Mundo” a María Antonia Iglesias, sin citarla, acusándola desde su periódico – entre otras cosas- de “gandula” y de ser el eslabón perdido del “felipismo”.
Cuando la aguerrida mujer escucho esa sarta de lindezas dirigidas a ella sin nombrarla, se inició una escandalera de tal envergadura, que yo, con mis más de cincuenta años viendo televisión, jamás oí una respuesta tan enfurecida.
La periodista, intentaba que sus argumentos no fueran difuminados por la reacción sostenida de sus adversarios en la agitada tertulia, y en cuanto pudo imponer su voz, soltó la siguiente andanada; “ Si Pedro J. considera que yo soy ese eslabón, le contesto que a mucha honra, por que yo tengo un sentido de un proyecto político y de una manera de vivir y él no sabe que es lealtad. Si él piensa que yo soy una gandula, no me doy por aludida, puesto que no me cita personalmente, ya que como siempre hace Pedro J. tira la piedra y esconde la mano”
Ante el revuelo que se armó entre sus oponentes y los aplausos tremendos que acogieron las palabras de esta singular mujer, ella se fue creciendo en su monologo diciendo con voz clara y fuerte “Lo que hace Pedro J. es un ejercicio de impudicia. Si a mí me quiere insultar que lo haga cara a cara. Lo que ocurre es que no tiene huevos para hacerlo”.
Los “defensores del director de “El Mundo” alzaron sus protestas a coro, pero ella fuerte como un roble sostenía enérgicamente lo que acababa de decir y lo matizaba de la siguiente manera. “ Pedro J. es un cobarde y –repitió- no tiene huevos para insultarme estando frente a mí, cosa que ya ha demostrado cuando hemos estado en una tertulia, porque se calla, y no tiene huevos para contestar cuando se le ataca. Cuando digo que no tiene huevos no hago más que hacer una descripción de un argumento muy español para demostrar la cobardía”. El plató se vino a bajo por las aclamaciones unánimes del público asistente a la tertulia.
Yo estaba perplejo de lo que estaba viendo. Nunca pude contemplar en un programa televisivo un escándalo de tamaña naturaleza.
Todos los que ya somos veteranos desde aquellos tiempos a mediados del siglo pasado en que se inició la TV en nuestro país, hemos visto de todo. Pero lo del sábado ha batido el record. Nunca pensé que una periodista tan acreditada como María Antonia Iglesias, acusara repetidamente al director de un diario tan importante como “El Mundo” de ser un cobarde y de no tener huevos para dar la cara.
¡Que barbaridad!
Posiblemente tiene toda la razón de su parte, pero lo que montó el sábado María Antonia Iglesias fue tremendo. Poca gente, quizá nadie, se atreva a decirle ni más claro ni por supuesto más alto a Pedro J. Ramírez, el todopoderoso de importantes medios de comunicación de este país, que carece de la hombría necesaria para hacer frente cara a cara cuando se le dicen las “verdades del barquero” como lo ha hecho- una vez más- esa pequeña pero gran mujer que es todo coraje e inteligencia para apear – si es necesario- de su peana a quien haga falta. Yo no se si Pedro J. tiene o no tiene reaños para dar la cara, pero lo que si se, por que la conozco bien, es que María Antonia Iglesias pone los ovarios encima de la mesa cuando hace falta hacerlo, le pese a quien le pese.
¡Que mujer! ¡Que torbellino!. De cualquier manera prefiero al Balbín y sus serios contertulios de “La Clave” que intervenían al más alto nivel intelectual y respeto absoluto lo cual era la seña de identidad de todos ellos. ¡Aquello si que eran debates! Ya lo creo que sí.