lunes, 25 de enero de 2010

Recuerdos de la nefasta posguerra española

Han transcurrido 70 años y mis recuerdos de aquella fatídica etapa de la historia de España permanecen vivos en mi mente. Lo chocante de aquella década de los 40, es que las cotidianas vivencias transcurrieron sin darles mayor importancia. El reencontrarme después de muchos años con todo lo que me tocó vivir y ver me hizo recapacitar sobre la verdadera dimensión de unos hechos que desgraciadamente no alcancé a valorar hasta entonces, llegando incluso a reprocharme a mi mismo como pasó inadvertido para mí la brutalidad, la injusticia y el abuso terrible del poder de quienes se vanagloriaban de haber redimido de todos los "males" que -según ellos- habían caído como una tremenda plaga sobre los españoles todos.

Yo, volviendo al pasado, con mis 10 añitos recién cumplidos, jamás he olvidado la euforia con la que un nutrido grupo de jóvenes ataviados con sus uniformes de falange (camisa azul, pantalón negro y boina roja) marchaban por la calle del Miguelete entonando su himno "Cara al Sol" con una alegría desbordante y repitiendo el slogan "todos a Rusia a luchar contra el comunismo". Ni por un instante pensé cuantos de ellos encontrarían la muerte en esta aventura juvenil.

Por entonces se hablaba en mi entorno -como si del diablo se tratara- de los "maquis" ( 30 años más tarde me enteré que se trataba de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón, y cuyo objetivo era combatir a su manera al Régimen. Se decía de ellos que eran salteadores de caminos y bandidos. Aún recuerdo que en el monte donde pasaba unos días de campamento con chicos de mi colegio, nos tutelaba una pareja de la Guardia Civil.

En el colmo de los disparates, en mi casa me compraron el uniforme de falange para el Día de la Primera Comunión. Mi madre, que se sentía ferviente seguidora del Caudillo olvidó -al menos por ese día- que el Gobernador Planas de Tobar le endoso un multazo de 1.000 pesetas (que en los años 40 era muchísimo dinero) por la picaresca que tubo en el desempeño de su trabajo como vendedora de pescado, añadiendo a uno de los platos de la balanza una pizca de plomo para obtener una ganancia indebida. La sanción era justa, pero mientras que a ella y a otros pobres desgraciados que se pasaban del orden normal establecido, se les aplicaba -con razón todo el peso de la Ley- otros "peces gordos" (eso era vox populí) hacían a gran escala operaciones en el mercado negro y resultaban intocables. En España se hicieron grandes fortunas en base a ese "mundus vivendi" .

Una noticia que sonó por toda Valencia fue la generosa actitud que tuvo su Excelencia el Generalisimo para el político falangista valenciano de mayor prestigio, don Adolfo Rincón de Arellano, al condonarle la pena de muerte a su padre por la de cadena perpetua. Y allí quedó junto a los miles de presos hacinados en las cárceles valencianas e incluso en las Torres de Cuarte. De las peripecias que pasaban aquellos perdedores de la contienda se hablaba en mi casa cuando venían unos parientes que tenían a sus familiares en esa caótica situación carcelaria.

Sin embargo y a pesar del sufrimiento interno de la mayoría de familias, habían valencianos entusiastas del Caudillo y aún recuerdo ( por que allí estuve con mi pobre madre) como frente al Ayuntamiento en la gran esplanada (donde hoy se disparan las "máscletas" falleras) las gentes se apiñaban para aplaudir cada párrafo de su discurso desde la balconada del Ayuntamiento, y que decía entre otras cosas algo que se ha mantenido en mi mente durante todos estos años:
"Valencianos: hace ocho años, los mismos vítores y aplausos me hace pensar que estáis conmigo. (Franco...Franco...esclamaba el gentío). No he querido venir antes, para no traeros promesas sino realidades ( Más exclamaciones hacia el "salvador de la patria") y hoy mismo hemos inaugurado el pantano de Alarcón y el que lleva mi nombre, que regará estas fertiles huertas valencianas".
El delirio se apoderaba de las gentes y la cantinela de "Franco, Franco, Franco..." se repetía sin cesar. Aquello era la locura. Yo mismo volvía a casa impregnado de aquel triunfalismo desbordante.

Estas historias y otras muchas más, podríamos decir sin reserva que fueron "historias para no dormir". Entonces no lo pensaba ni mucho menos. La ignrancia lo cubre todo. Lo malo es cuando tu mismo lo descubres, aunque hayan pasado una pira de años. Fue una etapa negra. Muy negra. Estabamos aislados del mundo a partir del año 46 en que acabó la segunda guerra mundial. Solo se mantenía relaciones intensas con Portugal (seno de otro dictador; Salazar) y la Argentina de Perón. Tampoco he olvidado la manifestación de jóvenes falangistas a la puerta del consulado de Estadios Unidos que gritaban desesperados " Franco, Perón... Franco, Perón...Truman un cabrón.

En el fin de este trayecto del recorrido por la España franquista, habría muchas más cosas que mostrar, pero para muestra, con un botón basta.

Y aún hay gente que siente se hayan retirado las estatuas del pequeño dictador que hizo correr la sangre a borbotones por todos los rincones de España.
¡Que país!

2 comentarios:

  1. Hola Juan, me gustaría que incluyeras más entradas como esta, si tienes más recuerdos de la posguerra, me interesa mucho y me ha gustado leer estos pensamientos y conocer un poco más la realidad de entonces. Saludos!

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  2. La sangre la corrió de verdad la izquierda y la república con asesinatos previos a la guerra...Qué cultura

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