viernes, 11 de febrero de 2011

Las residencias privadas-al contrario que las públicas- crecen como hongos

Era algo que se veía venir. La privatización de las plazas en las residencias para ancianos era -parafraseando la novela de García Márquez- la crónica de una realidad anunciada. Decenas de empresas, invirtieron lo que tenían - y probablemente algunas, incluso lo que no tenían- construyendo por todas las comunidades autónomas toda clase de residencias donde acoger a los mayores que se ven forzados de la noche a la mañana a abandonar su domicilio habitual vencidos por el peso y los achaques de sus muchos años. La oferta a la carta de estas plazas, que dificilmente se llegan a cubrir hoy por hoy, es tan abundante como variopinta. Hay algunas de estas residencias para ancianos que funcionan saltándose a la torera normas elementales establecidas. Otras sin embargo son de tan alto standing, que solo admiten comparación con un hotel de cinco estrellas. Casualmente he tenido la oportunidad de comprobarlo personalmente al acompañar a un buen amigo, que tras una operación de rotula, precisaba de estar atendido adecuadamente (a falta de camas socio sanitarias en los hospitales) durante un solo mes. Dos mil euros le costará el ser huésped de una de estas primorosas residencias.

Esta gran oferta me hace temer lo peor; quizá confiaban en que el estado abonaría gran parte del costo de la estancia de los numerosos ancianos que se acogieran en las mismas. Pero las arcas están vacías e incluso endeudadas. Este fenómeno biene a tener una similitud con la burbuja inmobiliaria, donde en España se construyó en los últimos quince años un exceso de viviendas que ahora no hay dios que las compre. ¡Atención pues al devenir de los inversores que han construido excesivo número de residencias privadas! Igual se encuentran con dificultades para hacer frente a los créditos que la banca les concedió, confiados en que el negocio de los ancianos era el negocio del siglo.

Paralelamente a esta situación artificial creada (ya que son pocos los ciudadanos que puedan pagar tan altos precios por una plaza de residencias) los poderes públicos se han recreado y no han tomado la decisión de construir y gestionar mayor número de residencias públicas, con lo cual los ancianos se encuentran ahora completamente bloqueados sin tener acceso a residencia alguna.

Mal asunto, si se tienen en cuenta que la crisis va para largo. Seguro que los responsables políticos de cada autonomía se deben de estar preguntando con cierto agobio ¿Que hacemos con los viejos?. Dificil respuesta...

jueves, 3 de febrero de 2011

Temor ante el envejecimiento del envejecimiento

Era una noticia anunciada desde hace años. Incluso desde este mismo blog, en sus inicios, se trató en profundidad la problemática a la que habría que enfrentarse en el futuro ante el envejecimiento progresivo de la población. Comentaba en su día que llegaría un momento en que hijos de edad avanzada (ya envejecidos con el paso de los años) tendrían que cuidar de sus propios padres, los auténticos viejos, cuyo mal endémico no era otro que el verse abocados por el propio peso de su longevidad. La calidad de vida en este estado del bienestar en el que a trancas y barracas hemos vivido junto a los adelantos científicos que permiten prolongar nuestras vidas más allá de lo previsto, llegaría un momento en que las dificultades serían tan innumerables, como escasos los índices de natalidad, lo cual irremediablemente produciría un hecho real; la existencia de un mundo de ancianos, lo que conllevaría una imposibilidad de dotarles -como ahora- de los beneficios sociales necesarios para vivir dignamente hasta el fin de sus días.

Todos los países - del llamad primer mundo- se las ven y se las desean para intentar -reforma tras reforma- atajar ese mundo que se cierne sobre los viejos del futuro. Se habla ahora de establecer nuevas pensiones para problemas viejos. Lo cierto y bien cierto es que la demografía es un problema imparable y mucho tendrán que discurrir los cabezas pensantes para llevar a cabo sistemas de prestaciones similares a los hoy existentes. Dificil tarea ésta, ya que tienen en contra una terrible realidad. A la vista de ello los ancianos de hoy nos preguntarnos ¿Que será de los viejos del futuro?. ¿Que hacer con ellos?. Son preguntas sin respuesta, pero la amenaza está ahí, a la vuelta de la esquina como quien dice. Solo la pasividad en que se han venido comportando los gobernantes de todos los países en esa faceta, es lo que nos ha hecho llegar a ese punto de total incertidumbre que hos comienza a mostrarnos las orejitas del lobo y eso que la gravedad de la situación no ha hecho más que empezar. Ojala los dioses iluminen a los cabezas pensantes y eviten lo que parece inevitable. Ojala.