miércoles, 9 de junio de 2010

¡Ancianos del mundo unios!

Permitaseme describir ese sueño de emular a la eterna frase con la que Carlos Marx quiso explicar a los trabajadores, hace 160 años, con aquel grito desesperado de ¡Trabajadores del mundo unios! intentando mostrarles que su patria era la unión de todos ellos.

Hoy, aquellas palabras -aunque para algunos huelan a naftalina- son tan relevantes como lo fueron en aquella época. La única diferencia es que durante años el pavor de los dueños del dinero a nivel mundial fue enorme. Se decía, ante la irrupción del mundo de los trabajadores que "un fantasma recorría Europa" (el Comunismo) que hacia temblar a los poseedores del todo obtenido a cambio de nada. Los trabajadores creyeron en su fuerza y se repetían una y mil veces ¿Quien más puede ayudarnos a los obreros que nosotros mismos?

Aquella utopía les fortaleció de tal manera que el mundo cambió, ¡vaya si cambió!

Aunque por desgracia no tanto para comprobar que en la actualidad, los que parecían dar por perdida la sartén la volvieron a coger por el mango bien sujeta y ahí tenemos hoy a millones de trabajadores esparcidos por todo el orbe, huyendo a la desesperada de un continente a otro como despavoridos, alejándose de la tierra que les vio nace en busca de un mendrugo de pan. Todos permanecen -tanto los que están, como los que llegan- bajo la bota opresora de una estrategia llamada "Libertad de Mercado" que controla a gobiernos y ciudadanos.

Esa misma fuerza opresora es la que aprieta el cuello a los millones de ancianos que en mi sueño reivindicativo quisiera ver como se niegan a aceptar la continuación del sistema que ataca directamente a nuestros derechos y condiciones dignas, que sobradamente nos hemos ganado en el transcurso de nuestras vidas y quisiera que fuéramos capaces de mostrarlo en la calle con fuerza, lo que a fin de cuentas es el único lenguaje que entienden los que dirigen este mundo de las altas finanzas controlando hasta el último Euro, el último penike, o el último céntimo de dolar o de piastra. Esos son los que veo en mi sueño, tan real como la vida misma.

Al despertar de la apasionada ensoñación del llamamiento universal de ¡Ancianos del mundo unios!, me encuentro con la cruda realidad de una limosna a modo de pensión rebozada con una retahila de engañabobos, como los que el Alcalde de mi ciudad (el ínclito Belloch) que nos pone en bandeja una serie de talleres con el rimbombante titulo de "Un verano saludable" anunciando el desarrollo de un espacio de promoción del envejecimiento activo como forma de mejorar la calidad de vida de los mayores". ¡ Menudo despertar !

¿Que más podíamos esperar de este mundo mercantilizado y engañoso que nos han preparado los discrepantes de Carlos Marx?. De cualquier manera, soñar no cuesta nada y prefiero rememorar de nuevo en mis sueños aquellos tiempos de esperanza mundial, cuando un "Fantasma recorría por Europa" al inicio de los años 20 del pasado siglo. ¡Que tiempos aquellos!.

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