viernes, 9 de abril de 2010

El ayer y el hoy de la emigración

Recuerdo - como si fuera ayer mismo - cómo millares de españoles con su maleta marchaban más allá de las fronteras para conseguir (con los peores de los trabajos) el ganarse un jornal más decente de los que aquí se ganaban aunque estuvieras trabajando de sol a sol. Todo el mundo emigraba. En principio a las grandes ciudades para hacerlas más grandes, mientras en los pueblos quedaban tres y el de la guitarra. Muchos años antes se había producido la marcha de los "indianos". Aquellos que con más moral que el Alcoyano se embarcaron rumbo al continente americano y algunos lograron hacer fortuna. Los pueblos del norte de España, conservan aún las espledidas villas que aquellos "indianos" se hicieron construir mientras continuaban en su nueva vida afincándose en el nuevo mundo. Siempre fuimos un país de emigrantes.

Hoy, los "viejos del lugar" nos alegramos de que lleguen a nuestras tierras oriundos de los más variados países. Buena señal es ésta.

Las gentes de las generaciones del primer tercio del siglo pasado, los hoy denominado "mayores" a pesar de nuestros apuros, nos complace compartir con los que llaman a nuestras puertas, vengan de donde vengan, para hacer sus "americas". Ojala lo consiguieran todos a pesar de la crisis que nos invade.

Dice - con acierto- el profesor de la Universidad de Zaragoza don Ángel Sanz "que el mundo está lleno de población joven deseosa de tener una oportunidad en los países ricos y se la debemos ofrecer. Hay tiempo para abordar soluciones colectivas y solidarias..." Más claro, agua en un vaso.

No hay nada mejor en la vida que saber compartir, aunque ello no sea moneda corriente. Por cuestiones personales la única relación que tengo de manera regular con emigrantes es con los rumanos. Se - que al igual que todos los que emigran- las dificultades a que tienen que hacer frente son tremendas. Lo primero es la quiebra que se produce con esa marcha forzada, abandonando tus propias raízes, dejando allí a sus mayores en aquellos pueblecitos rurales como Botosaní,Tocsaní, Bordestí... con todo lo que supone éste alejamiento, quizá para siempre. Estos, los rumanos, al menos hoy están integrados en la Unión Europea, lo cual les permite abrirse camino de una manera estable y se pueden considerar ciudadanos españoles de hecho y de derecho a la hora de beneficiarse del excelente Sistema Sanitario Público, de la enseñanza gratuita, e incluso del derecho a subsidio de paro como cualquier español.

Yo, que fuí un emigrante en Zaragoza, procedente de una de las zonas agrícolas más ricas de España como es la de Valencia, no llegaba a comprender, como agricultores de tierra tan fertil tomaban también la maleta de la emigración. La necesidad obligaba a ello, lo mismo que a los rumanos , cuyo país fue considerado siempre como el granero de los Balcanes, se han visto forzados a emigrar.

La riqueza en el mundo esta mal mal repartida. Aquí llegan hambrientos los africanos, y en busca de soluciones los sudamericanos. Todos ellos son merecedores de mayor suerte y lo único que pretenden es tocar a la puerta de la zona más rica de Europa, al igual que lo hacen cuando llegan de manera clandestina a los Estados Unidos. Los viejos, vemos pasar los años y no nos cansamos de ver que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.
¡Ya esta bien!. Al menos dejemosles entrar, aunque no para aprovecharnos puntualmente de ellos cuando las cosas nos van viento en popa y luego...que te vaya bien Lucas.
De eso nada de nada.

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