domingo, 27 de marzo de 2011

El alcalde Belloch y los mayores sin apuros

El muy endeudado ayuntamiento zaragozano, en donde es sabido que hay más voluntad que dinero, suelen dar rienda suelta a la imaginación y prácticamente son capaces de sacar de la nada proyectos de cierta utilidad y poco coste. Este es el caso del Programa dirigido a personas mayores de 60 años que viven solas y que se ha desarrollado a lo largo de los últimos cinco meses. El objetivo- en cierta medida plausible- de esta iniciativa, ha consistido en promover la relación con el entorno de estas personas que se encuentran en el umbral de la ancianidad, llevando a cabo en los centros de convivencia municipales ubicados en diversos barrios de la ciudad, una serie de actividades que les puedan ser útiles para mejorar su autonomía personal y ocupacional, a la vez que se persigue el que obtengan una percepción lo más completa posible de su bienestar y salud para afrontar la vida “impar” ofreciéndoles la posibilidad de envejecer de forma saludable.

El trabajo llevado a cabo en este original programa han intervenido 140 personas entre las cuales ha destacado sobre todo el deseo de aprender y con ello afrontar su vida de soledad con la creación de grupos de convivencia.

El reducido número de asistentes, nos muestra a las claras que las personas de avanzada edad no están por la labor de integrarse en estos menesteres, ya que la inmensa mayoría –los llamados mayores en apuros- bastante hacen con sus escasos recursos para poder subsistir.

Cuando nos alejamos de esos gestos de buena voluntad del Ayuntamiento y pisamos tierra firma, nos encontramos con la cruda realidad de que la pensión media de los mayores con apuros (calculada con las pensiones de jubilación, viudedad, etc.) asciende a 798 euros con cuya cantidad tienen que atender sus necesidades prioritarias esos millones de personas que integran un mundo –más envejecido cada día- que no tienen otra preocupación que salir a flote en ese surami que les rodea.

No se trata de hacer un comentario con tintes negativos, sino que la realidad es la que se impone, y a la vista está que no hay más cera que la que arde y por ello no hay razones para andarse con falsos positivismos y juegos de artificios. Ante esta irrebatible realidad no debe sorprendernos que iniciativas como las del alcalde Belloch, que sin duda son bien intencionadas, no son más que vanos intentos de paliar unos hechos incuestionables, cuya muestra más clara son los pocos asistentes a esa ilusionante convocatoria del programa impares que se hizo en Noviembre a un conjunto que supera –con mucho- las cien mil personas mayores de 60 años y a la que solo acudieron algo más de un centenar.

Pido disculpas a los lectores de CRÓNICA DE ARAGÓN por presentarme con este crítico artículo, pero es que uno lo ve, queridos míos, con los ojos de la experiencia que dan los años, ya que solo me faltan 36 días para cumplir los ochenta tacos y ya conocéis aquello de que sabe más el diablo por viejo que por diablo. Por eso, y solo por eso me atrevo a ver el panorama tan tremendamente oscuro. Razones hay para ello. Y tanto.

viernes, 18 de marzo de 2011

Resumen de la importancia de la Geriatría como ciencia aplicada a los ancianos

El término "geriatría" aparece por primera vez en el año 1909, siendo a mitad de los años 30 en Inglaterra cuando nace lo que podríamos denominar la geriatría moderna, tras la comprobación de que muchos ancianos con enfermedades crónicas, incluso inválidos, se recuperaban con cuidados clínicos y de rehabilitación adecuados, lo cual les permitía la reintegración de nuevo en la familia y en la comunidad. No obstante estos avances, no es hasta el año 1946 cuando en el National Health Service inglés se propicia la Geriatría como nueva especialidad médica, alcanzando a lo largo de los 25 años siguientes 300 especialistas provenientes en su mayoría de la medicina interna.

Desde entonces, en los Países Nórdicos, Reino Unido, Suiza y otros de nuestro entorno el desarrollo de la geriatría ha sido continuo, tanto en investigación como en asistencia y actividades científicas desarrollados en diversos congresos. España, a finales de los años 40, encuentra grandes valedores de la Geriatría, con los ilustres doctores Marañón, Beltrán Báguena, Grande Covián y otros eminentes especialistas, los cuales pasan a integrar en 1947 la primera junta directiva de la Sociedad Española de la especialidad, siendo en el mes de Junio de 1950 cuando se celebra el I Congreso Nacional de Geriatría. A pesar de ese impluso inicial, no es hasta 1978 cuando se consigue en nuestro país el reconocimiento oficial de la especialidad de geriatría y según la revista MEDICINE en su número 50 del año 1983, han sido reiterdas las ocasiones en que se ha solicitado de las autoridades sociales y sanitarias la creación de un plan geriátrico nacional, y que a pesar de los esfuerzos realizados la geriatría en nuestro país encuentra enormes dificultades para introducirse en la universidad y en los hospitales.

A la vista de todo cuanto se ha hecho en el mundo de la medicina en los países desarrollados desde aquel lejano 1978, es de lamentar la lentitud que se ha producido en España a este respecto hasta nuestros días. Han trascurrido 33 años y ese plan geriátrico sigue sin llevarse de manera consensuada con todas las comunidades autónomas. Hay que recordar que la geriatría no es sólo la asistencia a enfermos crónicos de edad avanzada, sino que esta especialidad es fundamentalmente una rama de la medicina que persigue evitar la aparición de enfermedades.

Los hechos están ahí, y para los neófitos en la materia parece que existe una barrera infranqueable para la medicina geriátrica. Los ancianos vamos al médico de familia y como mucho al internista, que se limitan a efectuar análiticas, exploraciones radiológicos y sobre todo al tratamiento farmacólogico. Pero en ningún momento nos encontramos con geriatras que tracen directivas a seguir. Cuando hemos asistido a esporádicas conferencias de geriatras hemos sacado la conclusión de que es trascendental la separación de las distintas situaciones de enfermedad: aguda, crónica, con dependencia parcial o total y por supuesto física y mental y que cada paciente debe ser en el nivel que le corresponda y no en otros. Ya en el año 83 decía el doctor Salgado Alba que “desvirtuar, por exceso o por defecto, la relación entre lo médico y lo social es peligroso –y añadía- ya que la valoración médica, la psíquica o del estado mental, junto a la valoración física o funcional, es decir, lo que el anciano pueda hacer por sí mismo, unido a unos cuidados continuados, son la característica básica de la unidad geriátrica, que deben de seguir aplicándose incluso después de que el anciano reciba el alta médica.

Es evidente que un elevado número de pacientes de edad vanzada son atendidos por médicos de familia y estos debieran tener suficientes connocimientos de geriatría. En cada centro de salud debieran también contar con un equipo que pusiera en práctica la geriatría preventiva, y sobre todo con el asesoramiento en todo momento del geriatra.

¿Es habitual esta práctica, a día de hoy?

Esa es la gran pregunta que nos hacemos los millones de personas de avanzad edad que poblamos este país llamado España y que sigue viviendo la problemática del mundo de los ancianos.

sábado, 5 de marzo de 2011

La importancia de la Geriatría, como ciencia aplicada a los ancianos

-Primera parte-

En la década de los ochente mi casa era como un santuario de la sabiduría al estar bloqueado por infinidad de libros, carpetas con apuntes y revistas especializadas para posgraduados que trataban los aspectos básicos de los dos pilares más importantes de la sociedad; la medicina y la pedagogía. Mis hijas tenian a buen recaudo todo aquel mundo del saber, ya que andaban metidas en la posgraduación de sus licenciaturas de magisterio y medicina. La inmensa mayoría de aquellos libros bolaron con ellas al final de sus estudios, pero durante casi treinta años he seguido conviviendo con los restos de aquel compendio de su formación, como si se tratasen de unos invitados de piedra en mi propio hogar. Libros -especialmente los de medicina- que costaron en su día mucha "pasta gansa" ya que solo el tratado de Medicina Interna, el conocido Harrison, que es un libro tan gordo como el de "Petete" costaba algunos miles de pesetas y estuvieron conviviendo conmigo sin que yo les prestase la menor atención, a pesar de su valor crematístico y pedagógico.

Pero bueno esta lo bueno, y si para mis hijas al final todos aquellos textos han servido para su formación, como padre me siento más que satisfecho.

Lo curioso de todo esto es que hoy, con el paso del tiempo y en una edad como la mía donde precisamente lo que te sobra es tiempo, he tenido la ocurrencia de ojear algunos de aquellos libros que permanecen bajo mi tutela y entre ellos me he encontrado con algo que desde hace años me tiene preocupado; el mundo de la geriatría como ciencia de la medicina aplicada para los ancianos. Es tanto y tan ilustrativo lo que sobre este interesante tema he podido leer que no dudo ni un instante en colgarlo en mi blog para darlo a conocer en dos capítulos, ya que merece la pena resaltar parte de lo escrito hace casi treinta años por un selecto grupo de eminentes doctores que por aquella época impartían sus conocimientos, a la vez que ejercían su profesión en prestigiosos hospitales de Madrid.

Decía el doctor Salgado Alba, a la sazón Presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Jefe del Servicio de esa especialidad en el Hospital Central de la Cruz Roja de Madrid, que el aumento del número de personas mayores de 65 años ha creado una serie de problemas de orden económico, sociofamiliar y medicoasistencial que ha venido a favorecer el desarrollo de dos ciencias; la geriatría y la gerontología, que estudian el envejecimiento de los seres vivos, aplicando los aspectos preventivos, clínicos, terapéuticos, rehabilitadores y sociales en la salud y enfermedad de los ancianos. Con esta orientativa descripción voy a dar por cerrado de momento esta primera parte. La segunda se introducirá más profundamente en ese mundo de una vida más prolongada de las personas y los cuidados pertinentes que para ello son imprescindibles.